Hace unas semanas estaba dando una charla sobre finanzas personales a una empresa multinacional con sede en Chile y me tocó conversar con un grupo como de 20-30 jóvenes entre los 25 y 31 años. Es decir, eran personas que estaban recién comenzando en su vida laboral y estaban llenos de ganas de aprender sobre dinero.
En la conversación me di cuenta de que existía un problema que no había tenido oportunidad de articular antes y que he visto repetido muchas veces.
Por mucho que invirtieran todo su dinero ahorrado, lo que obtenían de ese esfuerzo al momento de invertirlo era miserable. ¿Un año ahorrando para que ese ahorro me diera tan poco? Y eso que no estabamos considerando la inflación, lo cual hace que lo que reciben sea aún menor.
Este problema no solo lo he visto ahí, lo he visto muchas veces en otros lados tanto de mi vida personal como de mis seres más queridos:
Esto tiene además otros problemas bastante tangibles. Por ejemplo, cuando no tienes dinero y quieres invertir en inmuebles te encuentras con dos problemas típicos: o no tienes suficiente dinero para poner de “pie” (downpayment) o bien no tienes suficiente capacidad crediticia para que te presten dinero.
Parece ser que uno mira a los ricos y ellos obtienen grandes montos de dinero invirtiendo, y uno haciendo el mismo esfuerzo no obtiene ni cercano a lo que ellos logran.
Lo único que termina pasando es que tendemos a desilusionarnos con lo que ganamos en nuestra inversión y no ahorramos nada, porque los retornos son tan pequeños que no nos dan ganas de seguir haciendo el esfuerzo.
Lo único que termina pasando es que tendemos a desilusionarnos con lo que ganamos en nuestra inversión y no ahorramos nada, porque los retornos son tan pequeños que no nos dan ganas de seguir haciendo el esfuerzo.
Los consejos que nos dan están correctos… pero incompletos
Lo que pasa realmente es que los seres humanos pasamos por tres grandes fases en la vida:
- Fase de ahorro inicial: Donde las personas están en el inicio de sus carreras y familias, tienen mucha ambición y poco ahorros. Típicamente entre 20 a 39 años.
- Fase de acumulación de riqueza: Donde las personas están ya más establecidas en sus carreras y familias, y pueden ir acumulando diversas cosas (desde activos, electrodomésticos, casas y hasta miembros familiares). Típicamente entre los 40 y los 60 años.
- Fase de uso de la riqueza: Donde las personas ya no son tan activas y empiezan a preocuparse de otras cosas como la salud, su pareja o su jubilación. Típicamente 61 años o más.
Es decir, las personas pasan por dos “Puertas o Umbrales” en la vida. La primera puerta es aquella donde pasamos de no tener nada ahorrado a tener un poco ahorrado, y donde lo que se requiere fundamentalmente es aprender a juntar dinero y a gastar menos que lo que ganamos. No es tan relevante el invertir en esta etapa, importa aprender a dilatar la gratificación, aprender a esperar antes de recibir el premio. Es algo así como aprender que para hacer dieta tienes que pasar algunos días aprendiendo a ajustarte a tu nuevo cuerpo.
La segunda puerta es aquella donde ya aprendimos a ahorrar y estamos ya con algunos pesitos para poder multiplicar. En esta segunda etapa lo que hacemos es ir armando nuestros portafolios y nuestras inversiones que se supone nos tienen que durar para nuestra vejez, donde el trabajar y ahorrar ya no va a ser tan fácil como era antes (ya sea porque nos cueste más trabajar, porque no nos quieran dar trabajo por ser viejos, o porque derechamente estamos cansados de trabajar y queremos gozar un poco de la vida).
Es porque nos olvidamos de estos dos umbrales que los consejos que nos dan en las distintas etapas son correctos, tales como “siempre invierte” o “invertir es la forma de llegar a la riqueza”, pero incompletos. En realidad, lo que pasa es que las inversiones pesan más o menos dependiendo de la Fase de la vida en que estamos.
El consejo que nos deberían dar en la Fase de Ahorro Inicial (20 a 39 años)
Creo que el primer consejo que nos deberían dar a esta edad NO es aprender a invertir (cosa que por cierto es muy importante, pero creo que viene después). Lo que nos deberían enseñar es a combatir una cosa muy innata en nuestros cerebros.
Nuestros cerebros están diseñados para buscar la gratificación instantánea. No existe nadie sobre la tierra que naturalmente preferiría trabajar en vez de descansar. Nuestro cerebro está diseñado para comerse el chocolate en vez de hacer dieta y estar más sano.
Esto es algo que todos sabemos pero muchas veces nos cuesta entender realmente. Muchos ejemplos existen de cosas que son “difíciles” al principio, pero que nos dan satisfacción después:
- Hacer ejercicio para estar saludable.
- Estudiar para poder ingresar a la universidad de tus sueños.
- Ordenar tu hogar para tener un lugar agradable.
Es por eso que pienso que el verdadero consejo financiero que deberíamos recibir en la Fase de Ahorro Inicial es que si gastas menos de lo que ganas, y ahorras para invertir, podrás acumular grandes riquezas en el futuro.
Pero no es solo eso, también nos tienen que contar un secreto de este proceso que nadie quiere admitir: tienes que aprender que habrá que pasar por el Valle de la Ansiedad antes de que alcances el Umbral de la segunda Fase de la Acumulación de la Riqueza.
¿Qué es el Valle de la Ansiedad en las inversiones?
Como veníamos explorando antes, cuando uno recién está partiendo, los resultados que obtenemos son muy pequeños por dos motivos:
- No somos capaces de ahorrar mucho dinero.
- Los retornos que recibimos son tan pequeños que nos desmotivan a seguir ahorrando.
Este proceso es el que yo llamo el “Valle de la Ansiedad”. El Valle de la Ansiedad es un lugar donde ponemos mucho esfuerzo, caminamos largas horas, y vemos pocos resultados. Es como si las montañas al final del Valle se fueran alejando en vez de acercarse.
Ahora, este valle tiene una “extensión matemática”. Es decir, tiene un largo específico que se puede calcular y lo podemos revisar juntos.
A mi juicio, el Valle de la Ansiedad dura hasta que tus inversiones son capaces de rentar lo suficiente para pagar el 10% de tus gastos mensuales.
Imaginemos que tenemos un trabajo de lunes a viernes que nos genera $1.000 mensuales. Si tus inversiones son capaces de generar, de manera mensual $100, empiezas a sentir que el esfuerzo que estás haciendo es “sustancial” y tiene entidad. Empiezas a sentir la adrenalina y las ganas de seguir haciendo el esfuerzo. Cuando tus inversiones llegan al 30% de tu sueldo, la motivación empieza a aumentar sustancialmente.
Ahora, hagamos un pequeño juego matemático. Si gastamos $1.000 al mes, un 10% es $100. $100 por doce meses son $1.200. ¿Cuánto dinero tenemos que tener para poder ganar $1.200 si nuestras inversiones rentan un 5%? Sencillo, multipliquemos por 20x. (5% x 20 = 100%)
$1.200 x 20 = $24.000
Cuando vemos que nuestras inversiones significan un 10% de aumento en lo que ganamos mes a mes, las cosas empiezan a cambiar porque vemos un aumento tangible de nuestros ingresos y eso nos empieza a motivar.
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