Nuestros horizontes de inversión

Fecha de Creación
July 19, 2021
Categoría
Finanzas Personales
Tipo

Una de las cosas más peligrosas que existen en el mundo financiero es el “consejo motivado“. ¿Qué quiero decir con eso? Quiero decir que existen ciertos “consejos” que nos dan las personas que nos rodean en el mundo del dinero que vienen “motivados” por alguna ganancia oculta para quien emite el consejo.

Por ejemplo, cuando una corredora de propiedades nos ofrece una propiedad, muchas veces hay que tener cuidado, ya que la forma en que gana dinero esa persona es a través de vender propiedades y NO a través de darte el mejor consejo.

Obviamente NO estoy diciendo que todas las corredoras son deshonestas (ya que hay muchas muy excelentes profesionalmente), sino que estoy diciendo que hay ser cuidadoso cuando nos dan consejos personas que pueden ganar algo con ese consejo.

Una experiencia muy cercana a esta recibí cuando quise vender una propiedad. Coticé 4 corredoras de propiedades y todas ellas variaban mucho en su estimación del precio al cual tenía que poner a vender la casa. Unas me decían que tenía que vender en $9.000, otras en $11.000 y otro en $12.000. Algo no me calzaba: mientras más personas tenían interesadas, más bajo era el precio, lo cual contradecía completamente lo que había aprendido con los año (cuando más gente quiere una misma cosa, puedes subir el precio).

Lo que pasaba realmente era que como ellas ganaban una comisión por venta, y tenían varias propiedades a su disposición, el incentivo estaba en apurar lo máximo el proceso, porque para ellas la diferencia entre $90 o $100 en comisiones era irrelevante, en cambio para mi la diferencia entre $9.000 y $10.000 era sustancial.

Finalmente, tuve fortuna y la decidí vender por mi propia cuenta. Logré obtener $14.000 dentro de dos semanas. Si bien creo que tuve mucha suerte y los astros me ayudaron, algo me dejó con una sensación amarga respecto de todo el proceso: muchas veces quienes nos dan consejos, nos dan consejos porque les conviene más a ellos que a nosotros mismos.

La trampa del corto, mediano y largo plazo: ¿por qué cada vez nos quitan tiempo?

De la mano de lo anterior, una de las cosas que me suele pasar en el mundo de las finanzas personales, es que veo consejos respecto de distintas inversiones que son “clasificadas” en “corto, mediano o largo plazo”.

Lo que cada vez más me llama la atención es que esos plazos se están acortando cada vez más. Antes, 1-3 años era algo de corto plazo, hoy, son solo semanas o incluso días. Antes, 3-5 años podía ser mediano plazo, hoy, 1-2 años cuanto mucho. Antes, 10-20 años era una cuestión de largo plazo, hoy 5 años plazo es un tiempo larguísimo.

¿Por qué está pasando esto? Hay muchas razones, obviamente, pero hay una en la que me quiero detener un poco más: porque les conviene más a quienes nos ofrecen productos financieros.

Lo que pasa es que una de las formas más típicas con que las personas que se dedican al mundo de las finanzas ganan dinero es a tavés de las llamadas “Comisiones de Entrada y de Salida“. En español sencillo: si les compras un producto financiero, o bien si lo vendes en el futuro, ellos cobran una comisión. Por lo tanto, mientras más compres o más vendas, mejor para ellos.

De ahí que no les conviene mucho que compres un determinado vehículo financiero, lo mantengas por 30 años y te hagas rico, ya que ahí no ganan muchas de estas comisiones.

Por eso es, en parte, los plazos se van acortando cada vez más: no les conviene a las personas que ofrecen productos financieros que tomes una decisión que no les beneficie en mucho tiempo.

El largo plazo se está volviendo cada vez más largo

Una cosa que es evidente es que el largo plazo se está volviendo más largo. La esperanza de vida va creciendo y las personas que se jubilan a los 65 años fácilmente pueden tener entre 15 a 20 años más de vida por delante. Eso, es mucho tiempo.

Cuando nos venden productos financieros tenemos que pensar que nos queda mucho por delante y en virtud de eso planificar adecuadamente. Una inversión a dos semanas de plazo es algo insignificante en un período de 40-50 años. Piensa eso: si tienes 30, fácilmente te pueden quedar 50 años más por delante y tienes que prepararte para ello.

Foto por Matthew Bennett en Unsplash

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La importancia de tener un sistema más que una meta. Es mejor comer sano que hacer dieta.

Una pregunta que siempre hago en mis talleres de finanzas personales es: Si te ofreciera una dieta que no tiene ningún efecto visible sino hasta la llegada del quinto año haciéndola, ¿harías la dieta? Probablemente no, porque dilatar tanto los efectos nos haría desanimarnos, dejar de hacer el esfuerzo, y finalmente, abandonar completamente la dieta, aunque fuera la mejor dieta del planeta.

Es por eso que el famoso efecto rebote existe: porque pensamos más en las metas que en los sistemas. Pensamos más en llegar a un determinado peso y, cuando lo obtenemos, dejamos de hacer los esfuerzos.

Mucho mejor es entonces cambiar el énfasis: en vez de preocuparte por llegar a una determinada meta, preocupate de crear un sistema que te sirva por muchas décadas por delante. Es mucho mejor intentar llevar una alimentación saludable en general que hacer una dieta tras otras. Es mucho mejor tener un sistema de ahorro e inversión constante y mensual que hacer cortos y concentrados esfuerzos en un determinado momento.

Foto por Jon Tyson en Unsplash

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El largo plazo en las finanzas personales es realmente “para toda la vida”

Siempre digo: cuando tenga 85 años seguiré pagando por mis helados. No sé si esos helados los tendré que pagar con billetes, tarjetas, criptomonedas, impuestos o cualquier otro que ni siquiera se nos ocurre. Lo que si sé es que tendremos que seguir entregando algún tipo de dinero para la obtención de cosas.

Es por eso que tenemos que hacer sistemas de finanzas personales que nos permitan, día tras día, año tras año, seguir haciendo crecer nuestro patrimonio, hasta el final de nuestros días y más allá.

Por lo tanto, algunas ideas básicas:

  • Piensa en sistemas de finanzas personales que te puedan servir de aquí a cincuenta años.
  • Gasta menos de lo que ganas, e invierte el resto.
  • Usa responsablemente las deudas.
  • Nunca dejes de crecer, paso a paso, día tras día.