Existen muchos errores mentales que cometemos cuando pensamos sobre el dinero. Algunos muy conocidos son que somos muy malos para reconocer cuál es la mejor forma de sacarle provecho a nuestro dinero, o que subestimamos cuán largas serán nuestras jubilaciones (y por lo mismo, no logramos ahorrar lo suficiente).
¿Quieres mejorar tus habilidades relativas al dinero? Aquí te dejo 5 errores que se interponen en tu camino financiero:
Foto por Elisa Ventur en Unsplash
1. Tendemos a pensar que éxito en las inversiones es producto del trabajo duro
El esta haciendo cosas, moviéndose, trabajando, estudiando inversiones, nos parece una estrategia que debería tener buenos resultados. Tendemos a pensar que si estamos leyendo estados financieros y averiguando sobre las últimas tendencias en criptomonedas, tendremos una ventaja por sobre todas las demás personas, y por lo mismo, deberíamos tener grandes resultados financieros.
Sin embargo, esto en realidad suele traer un efecto inverso: esto nos hace pensar que tenemos control (conocida como la ilusión de control) sobre los resultados de nuestras inversiones. Asimismo, nos genera el problema de que empezamos a incurrir cada vez más en costos de transacción y empezamos con ello a perjudicar nuestros resultados reales al pagar muchas comisiones.
Contra intuitivamente, muchas veces los mejores resultados son los de tomar una estrategia y no hacer nada… por mucho tiempo.
2. Vemos patrones donde no existen
Nuestro cerebro está diseñado para encontrar patrones en la vida. Nos encanta encontrar analogías y cosas que se parecen. Tanto es así, que gran parte de nuestras interacciones sociales se basan en prejuicios y primeras impresiones.
Esto tiene un gran problema en el mundo de las inversiones: ¿Cuántas veces hemos dicho “esta será la próxima Amazon o Apple”, o “esto es lo mismo que la crisis del 2008”?
La historia en el mundo de las inversiones nos permite tener muy buenas advertencias y guías de lo que ya pasó y de algunos errores que se cometerieron, pero NO es un mapa del futuro.
Es muy habitual que uno tienda a pensar que las cosas se van a desarrollar de la misma forma que en el pasado, a pesar de que el mundo cambia radicalmente y mucho más rápido de lo que uno piensa. Es por eso que debes tener cuidado con pienses “Ah, esto es lo mismo que hace 30 años, por lo tanto voy a invertir de X forma, ya que en esa oportunidad funcionó”.
No extrapolemos resultados recientes o lejanos. El futuro es impredecible (si eres capaz de predecir el futuro, mejor gana la lotería un par de veces y puedes dejar de leer este blog).
3. Odiamos más perder que amamos ganar
Existen diversos estudios que muestran que si una persona pierde $100, tiene una emoción negativa más grande que la emoción positiva que se deriva de ganar $100. En otras palabras, nos duele más perder $100, que nos da placer ganar $100.
Esto tiene como consecuencia que muchas veces cuando perdemos nos asustamos en mayor medida de que cuando ganamos, y eso trae como consecuencia que tomemos malas decisiones.
Cuando la bolsa cae, las personas corren a vender, cuando muchas veces lo único que tienen que hacer es esperar a que se recupere. Incluso, en algunas oportunidades, cuando una persona hace una mala inversión, lo que las personas hacen es correr a doblar su inversión, pensando que eso les traerá buenos resultados, cuando en realidad hay que derechamente aceptar que cometiste un error.
Foto por Mahdi Bafande en Unsplash
4. Nuestra tolerancia al riesgo no es constante. Nuestro perfil de riesgo varía con el tiempo.
Cuando uno arma un portafolio uno suele recibir como consejo el pensar cuánto riesgo somos capaces de tolerar (para efectos de identificar cuánto debemos poner en acciones y cuánto en bonos). Sin embargo, el problema está cuando la vida empieza a avanzar y las cosas van cambiando. Lo queramos o no, nuestras circunstancias cambian y eso trae que nuestro perfil de inversionista cambie.
Es muy distinto invertir antes de tener un hijo que después de tener un hijo, siendo joven o siendo adulto, estando en pareja o estando sin pareja. Es por eso que constantemente tenemos que ir reflexionando respecto de qué tipo de inversiones nos gustaría hacer y por que.
5. Sobrevaloramos las inversiones que ya tenemos
Un clásico ejemplo: ¿cuánto vale el hogar en que vives o el auto que conduces? Normalmente las personas son muy malas para estimar realmente el valor de nuestros objetos porque tenemos la tendencia a pensar que por ser nuestras las cosas son mejores de lo que realmente son.
¿Por qué creemos que nuestras inversiones son mejores que las del resto? Esto se debe a que conocemos más esas cosas, porque nos hemos comprometido con ellas por años, y porque pusimos mucho esfuerzo en seleccionarlas.
Sin embargo, la vida (y el mercado) nos muestran otra cosa: muchas veces las cosas que más atesoramos no son tan valiosas para los demás.
La próxima semana volveremos a revisar otros errores típicos al momento de invertir. ¡Te esperamos de vuelta!